Dostoievski es conocido como el “maestro del corazón humano” por su visión psicológica penetrante, pero tenía un “demonio” que le afligía: su adicción al juego. Un día llegó a jugarse en la ruleta su anillo de casado, su reloj, y hasta la ropa que llevaba puesta. Su esposa cansada de las promesas nunca cumplidas de que dejaría el juego estuvo a punto de dejarlo. Un día entró en una Iglesia y dijo al salir: “Es como si alguien me hubiese echado agua fría sobre mí”, regresó a su casa y no volvió a jugar. ¡Confesar sus pecados y pedir perdón quebró su adicción!
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¿Cree usted eso de que “cuánto menos se cree en Dios más se cree en cualquier cosa”?
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¿Tiene usted alguna adicción que la va separando de la familia?
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