24 de diciembre de 2018
“… María dio a luz… lo envolvió en pañales y lo puso en un pesebre, porque no había lugar para ellos…”. Lc 2, 1-14
Cuando llegue, lo conocerás
no por el redoble de tambores
ni por lo imponente de su aspecto
ni por su atuendo suntuoso
ni por su manto y corona.
Sabrás que es él por la armonía
que su presencia hará vibrar en ti.
Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza…
Ahora, cierra los ojos y contempla en un pobre, desvalido y frágil recién nacido a tu Salvador y recuerda:
“Aunque mil veces Cristo
fuera, en Belén, nacido;
si no ha nacido en ti,
por siempre estás perdido”.
Cuando llegue, lo conocerás
no por el redoble de tambores
ni por lo imponente de su aspecto
ni por su atuendo suntuoso
ni por su manto y corona.
Sabrás que es él por la armonía
que su presencia hará vibrar en ti.
Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza…
Ahora, cierra los ojos y contempla en un pobre, desvalido y frágil recién nacido a tu Salvador y recuerda:
“Aunque mil veces Cristo
fuera, en Belén, nacido;
si no ha nacido en ti,
por siempre estás perdido”.
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