3 de diciembre.
“… Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para que sane mi asistente…” Mt 8, 5-11
San Juan Crisóstomo escribe: “Andrés creyó sólo cuando Juan le dijo: Éste es el Cordero de Dios”. Pedro creyó cuando Andrés se lo anunció. Felipe creyó leyendo las Escrituras. Natanael recibiendo una señal divina. Pero el centurión de Cafarnaúm les supera a todos, porque creyó sin más en la fuerza de Cristo.
Mientras Jano dice: “¡Ven pronto!” el centurión dice: “¡Basta con tu palabra!”. Marta dice: “¡Si hubieses estado aquí!”. El centurión: “No soy digno de que entre en mi casa”. Jairo y Marta creían en la fuerza de Jesús si Él estaba presente, el centurión cree en Jesús esté o no presente.
San Juan Crisóstomo escribe: “Andrés creyó sólo cuando Juan le dijo: Éste es el Cordero de Dios”. Pedro creyó cuando Andrés se lo anunció. Felipe creyó leyendo las Escrituras. Natanael recibiendo una señal divina. Pero el centurión de Cafarnaúm les supera a todos, porque creyó sin más en la fuerza de Cristo.
Mientras Jano dice: “¡Ven pronto!” el centurión dice: “¡Basta con tu palabra!”. Marta dice: “¡Si hubieses estado aquí!”. El centurión: “No soy digno de que entre en mi casa”. Jairo y Marta creían en la fuerza de Jesús si Él estaba presente, el centurión cree en Jesús esté o no presente.
- ¿Te pareces a Jairo y a Marta o al Centurión?
- ¿Acudes a Jesús sólo cuando lo necesitas?
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