20 de enero de 2019 2º Domingo T. Ordinario. Jn 2, 1-12

En este Evangelio de S. Juan, Jesús comienza su vida pública en una boda y convirtiendo el agua en vino. El agua es símbolo de la humanidad, el vino es símbolo de la divinidad. Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga divino, para que participe de la vida divina.
“Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5). La Virgen María participa en este milagro. ¡No participa en ningún otro! Por intercesión de la Virgen María, Jesús, convierte el agua en vino. Un buen hijo atiende los ruegos de su buena madre. ¿Por qué algunos tachan de falso que los creyentes acudamos a la Virgen o a los Santos pidiendo su intercesión?
Los israelitas mordidos por las serpientes en el desierto eran curados cuando, por mandato de Dios miraban a una serpiente de bronce puesta como estandarte. (Números 21:4-9)
Julián Escobar.


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