10 de abril de 2019. ¿Pero por qué hablas tanto?

Juan 8, 31-42 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». 

San Ramón Nonato, de la orden de la Merced, rescató a cuantos cautivos pudo y, cuando ya no tenía más dinero, se ofreció él mismo por otro..., y quedó en un calabozo mientras otro cristiano salía al aire libre.
San Ramón empezó allí a predicar a Jesucristo. Y muchos moros quisieron bautizarse... Eso no pudieron soportarlo los jefes de aquellas tribus, y mandaron a Ramón que callara... ¿Callar él? Empezó a hablar con más fervor que nunca. Le dijeron que le iban a meter en otra cárcel más honda, que le iban a azotar..., que le iban a cortar la cabeza, Pero Ramón hablaba...
Al fin, dijo un musulmán: « ¡Yo le haré callar! » Compró un candado, perforó los labios del santo y así le cerró la boca.
Y dice la historia que, por un milagro de Dios, incluso con el candado siguió hablando... Y cuando callaba hablaba con más elocuencia que si su lengua estuviera hablando. ¡Palabra y ejemplo!
- ¿Vive usted así el cristianismo?
Julián Escobar.


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