11 de abril de 2019. El silencio habla
Juan 8, 51-59 Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró». Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.
Un alto oficial del ejército francés se desplazó a la aldea de Ars para escuchar un sermón de Juan Bautista Vianney, el santo cura, de quien había oído hablar a todos con admiración.
De vuelta a su casa, permaneció serio y silencioso, como no acostumbraba a estar. Su asistente, preocupado, le dijo:
- ¿Qué impresión le ha causado a usted el sermón del Cura de Ars; a usted, que ha escuchado a los más famosos oradores de Francia?
- Hasta la fecha me habían agradado los oradores - respondió con sencillez el oficial -; después de este sermón, hay algo que no me gusta: mi propia vida...
Y aquel disgusto de sí mismo fue el comienzo de la conversión de aquel oficial. Supo comprender que a los sacerdotes predicadores del evangelio no ha de ir a escuchárseles porque gusten, sino porque nos enseñen, incluso, a veces, aquello que no nos gusta. Ésta es la única manera de que aprendamos a corregimos para ser mejores.
- ¿Busca ser halagado, que le den la razón?
Un alto oficial del ejército francés se desplazó a la aldea de Ars para escuchar un sermón de Juan Bautista Vianney, el santo cura, de quien había oído hablar a todos con admiración.
De vuelta a su casa, permaneció serio y silencioso, como no acostumbraba a estar. Su asistente, preocupado, le dijo:
- ¿Qué impresión le ha causado a usted el sermón del Cura de Ars; a usted, que ha escuchado a los más famosos oradores de Francia?
- Hasta la fecha me habían agradado los oradores - respondió con sencillez el oficial -; después de este sermón, hay algo que no me gusta: mi propia vida...
Y aquel disgusto de sí mismo fue el comienzo de la conversión de aquel oficial. Supo comprender que a los sacerdotes predicadores del evangelio no ha de ir a escuchárseles porque gusten, sino porque nos enseñen, incluso, a veces, aquello que no nos gusta. Ésta es la única manera de que aprendamos a corregimos para ser mejores.
- ¿Busca ser halagado, que le den la razón?
Julián Escobar.
Comentarios