9 de abril de 2019. La forma de predicar
Juan 8, 21-30 Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él». Al hablar así, muchos creyeron en él.
Solía el príncipe de Baviera, Cristóbal, orar en el templo de Blutenburgo. Saliendo un día de la iglesia le rodearon los campesinos. Amablemente les ofreció sus servicios.
- Ya me habéis dado – le dijo un anciano labrador – lo que más podía desear.
- Que ya te he dado... ¿qué cosa?
El anciano respondió:
- Tengo un hijo que siguió mucho tiempo el mal camino. Fueron inútiles mis ruegos y reconvenciones, pero un día os vio entrar en la iglesia y os siguió intrigado. Os observó cuando rezabais y desde entonces ha cambiado favorablemente.
Magnífica forma de apostolado.
- ¿Pueden decir de usted lo mismo?
Solía el príncipe de Baviera, Cristóbal, orar en el templo de Blutenburgo. Saliendo un día de la iglesia le rodearon los campesinos. Amablemente les ofreció sus servicios.
- Ya me habéis dado – le dijo un anciano labrador – lo que más podía desear.
- Que ya te he dado... ¿qué cosa?
El anciano respondió:
- Tengo un hijo que siguió mucho tiempo el mal camino. Fueron inútiles mis ruegos y reconvenciones, pero un día os vio entrar en la iglesia y os siguió intrigado. Os observó cuando rezabais y desde entonces ha cambiado favorablemente.
Magnífica forma de apostolado.
- ¿Pueden decir de usted lo mismo?
Julián Escobar.
Comentarios