Nos encarga una misión. Martes 30 abril.

«... tiene que ser elevado… para que todo el que crea en Él tenga vida eterna».

En el film My Fair Lady, el profesor Higgins asume el reto de enseñar fonética inglesa a una muchacha de la calle, en Londres. Durante las clases que le va dando, descubre la calidad humana de la muchacha, y su corazón se siente atraído hacia ella. Una noche, la muchacha se da cuenta, de pronto, de que el profesor está enamorado de ella, y no puede contener su enorme alegría. Corre a su habitación, se abraza a su almohada y baila embargada de gozo, mientras canta: «Podría bailar toda la noche...»
La Presencia de Jesús Resucitado es una Presencia transformadora. La tristeza se torna en gozo. La noche en día. El corazón se llena de Amor. Es un amor que no puede contenerse, sino que trata de salir de sí y comunicar su experiencia estremecida.
Habrás observado que todas las apariciones del Señor Resucitado acaban en la misión que les encomienda a los presentes: proclamar la Buena Nueva del Reino de Dios y el amor y servicio a los demás, de forma que edifiquemos un nuevo mundo en el que la paz, la libertad y la justicia prevalezcan en todas partes y a todos los niveles.
Por esto, Jesús les encarga a las mujeres, en la mañana de Pascua: «Id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea» (Mt 28, 10). Y a los apóstoles les dice: «Como mi Padre me ha enviado, así os envío yo» (Jn 20, 21). Y, a sus seguidores, les encarga: «Id a todos los pueblos y hacedlos discípulos míos» (Mt 28, 19).
Julián Escobar.


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