Resucitar a una nueva vida. Domingo Resurrección 21 abril.

“… vió y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”.

El gran director de cine, Cecil B. DeMille, se hallaba descansando, con un libro en la mano, en una canoa en un lago. Miró hacia un lado, y le llamó la atención una especie de escarabajo de agua que, lentamente, subía por el costado de la canoa. Observó sus movimientos, hasta que el bicho quedó absolutamente inmóvil, como si estuviera pegado. DeMille continuó leyendo. 
Bastante tiempo después, volvió a fijarse en el escarabajo. Esta vez quedó asombrado con lo que vio. La parte trasera del bicho estaba completamente abierta y parecía que algo estaba saliendo de allí: primero una brillante cabeza, luego unas alas, por fin la cola. Era una libélula que echó a volar. DeMille tocó cuidadosamente con su dedo la cáscara seca del escarabajo. Ya no era más que una tumba vacía.

Para los discípulos, la experiencia de Pascua comenzó con una tumba vacía. Las mujeres, que fueron las primeras en llegar al sepulcro el domingo por la mañana, se alarmaron al encontrar la tumba vacía. Pedro volvió a casa perplejo. María Magdalena no sabía qué hacer, fuera de la tumba, creyendo que alguien había robado el cuerpo. A pesar de las afirmaciones de los ángeles, no se hallaban consolados ni convencidos. ¡Parecía que su fe estaba muerta!
Solamente resurgió su fe después de haber visto, personalmente, al Señor Resucitado.
Sus temores se tornaron en alegría, sus dudas en fe, sus desalientos en esperanza. La confusión y el miedo que siguieron a la crucifixión dieron paso a la convicción de que Jesús era, realmente, el Mesías. Todo lo que antes les había enseñado Jesús comenzaba ahora a tener sentido.
Jesús, ciertamente, estaba otra vez vivo. Aunque su apariencia era distinta.
Resulta muy significativo que el Señor Resucitado se apareciera solamente a los que habían creído en él, y no a los escribas y fariseos ni a las multitudes. No pretendía demostrar nada ante el público. Sólo quería reconstruir su comunidad de discípulos y hacer que el amor de éstos por él fuera lo suficientemente poderoso como para tomar el mundo por asalto. Esto lo realizaría por medio de su Espíritu.
La resurrección de Jesús no es sólo un acontecimiento del pasado. Es una realidad del presente... y del futuro. El Señor Resucitado está hoy, en todas partes. Y ejerce una poderosa influencia sobre los corazones de todo el pueblo.
Julián Escobar.


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