10 de mayo de 2019. Transmitir la fe.

«...en verdad os digo, si no coméis la carne del Hijo del hombre… no tenéis vida eterna…».
Resulta muy interesante la historia de cómo comenzó la gran carrera artística de Leonardo de Vinci. Su viejo maestro cayó gravemente enfermo, y pidió al joven Leonardo que terminara una pintura que había dejado sin acabar. Leonardo se opuso, diciéndole que no era capaz de completar una obra del maestro. Pero el maestro insistió y convenció a Leonardo para que aceptase la tarea.
Leonardo aceptó el encargo como un reto, por agradar al maestro a quien apreciaba mucho. Trabajó con todo empeño y, cuando quedó terminado el cuadro, le llovieron alabanzas de todas partes. Su maestro quedó tan impresionado por el trabajo que, lleno de humildad, le dijo a Leonardo: «Hijo mío, desde ahora no hace falta que yo pinte más». Y le traspasó el oficio a Leonardo.
Pide valor para cumplir la misión de Cristo en lo grande y en lo pequeño.
Quisiera quedar totalmente agotado, cuando muera;
porque cuanto más haya trabajado,
más habré vivido.
La vida no es, para mí, una pequeña vela.
Es una especie de espléndida antorcha
que he de mantener en alto
y que quiero que arda con la mayor luz posible
antes de entregarla a las futuras generaciones.
George Bernard Shaw
Julián Escobar.


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