14 de mayo de 2019 Llenos del Espíritu Santo.

«...Así os he amado yo; permaneced en mi amor…».
Los discípulos de Jesús quedaron llenos de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. James McKams compara estos dones con los criterios que el famoso psicólogo, William Menninger, suponía que había de poseer toda persona emocionalmente madura:
1. Tener la habilidad de enfrentarse constructivamente con la realidad. El don de sabiduría nos capacita para distinguir la realidad de la fantasía, y vivir en consecuencia.
2. Tener capacidad de adaptarse al cambio. La inteligencia nos ayuda a aceptar los cambios que se producen para el bien común.
3. Ser libre ante los síntomas producidos por tensiones y ansiedades. El consejo nos lleva a indagar bajo lo visible, para descubrir las causas ocultas y los síntomas de las tensiones y los miedos.
4. Ser capaces de sentir más felicidad en dar que en recibir. La piedad nos protege del egoísmo (ver Hechos 20, 25).
5. Ser capaces de tratar a la gente de una manera apropiada: colaborando mutua y satisfactoriamente. La ciencia nos da una dirección consistente en nuestras vidas, para no ser perturbados por cualquier emoción pasajera.
6. Ser capaces de encauzar la energía de nuestros instintos hostiles hacia objetivos creativos y constructivos. El temor de Dios es beneficioso y nos hace realizar obras buenas. Este temor es reverencial, como el de un niño que respeta a su querido padre.
7. Ser capaces de amar. La fortaleza es necesaria para un verdadero amor, nos da valor para asumir un compromiso, aun a riesgo de ser rechazados.
Julián Escobar.


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