28 de mayo de 2019 Saborear a Dios.
Estaban dos amigos tomando unas tazas de té en una cafetería, cuando uno de ellos tomó un sorbo, chasqueó sus labios y exclamó:
—Amigo, ¡la vida es como una taza de té!
El otro le miró en silencio. Después dirigió la vista a su propia taza, y dijo:
—¿Por qué? ¿Por qué dices que la vida es como una taza de té?
—¿Cómo podría saberlo? -replicó-. ¡No soy un filósofo!
¡Qué inapreciable es tu lealtad, oh Dios!... Nos das a beber del torrente de tus delicias; porque en ti está la fuente viva y a tu luz vemos la luz. Salmo 36, 7-9
Las «cosas ordinarias» de la vida, ¿te recuerdan su presencia? Precisa las cosas y las personas que te ayudan a ponerte fácilmente en contacto con Dios.
Vino a mí y me tomó de la mano para llevarme ante un rosal. No me dijo qué quería, pero me dio una rosa.
No le pedí que me revelara su misterio.
Me bastó con el aroma celestial de la rosa, y con poder ver Su propio rostro.
Ralph Hodgson
—Amigo, ¡la vida es como una taza de té!
El otro le miró en silencio. Después dirigió la vista a su propia taza, y dijo:
—¿Por qué? ¿Por qué dices que la vida es como una taza de té?
—¿Cómo podría saberlo? -replicó-. ¡No soy un filósofo!
¡Qué inapreciable es tu lealtad, oh Dios!... Nos das a beber del torrente de tus delicias; porque en ti está la fuente viva y a tu luz vemos la luz. Salmo 36, 7-9
Las «cosas ordinarias» de la vida, ¿te recuerdan su presencia? Precisa las cosas y las personas que te ayudan a ponerte fácilmente en contacto con Dios.
Vino a mí y me tomó de la mano para llevarme ante un rosal. No me dijo qué quería, pero me dio una rosa.
No le pedí que me revelara su misterio.
Me bastó con el aroma celestial de la rosa, y con poder ver Su propio rostro.
Ralph Hodgson
Julián Escobar.
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