19 de junio de 2019

-¿Ante la Virgen María, te llenas de Gozo como Santa Isabel?
-¿Visitas y atiendes a los que te necesitan?
Isabel, al ver a María que la visitaba, exclamó con sorpresa: «¡Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre! Y ¿de dónde a mí tanto bien, que venga la Madre de mi Señor a visitarme?... ¡Bienaventurada tú porque has creído!, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor» (Lc 2, 5).
Y entonces brotó del alma de María el cántico de eterna hermosura, el Magnificat, que desvía de sí toda alabanza, todo homenaje, y los ofrece a Dios. «Engrandece mi alma al Señor» —resuena el cántico en labios de María. «Mi alma engrandece al Señor: y mi se alegra mi espíritu de gozo en Dios mi salvador: porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava...» ¿Es posible fortalecer más nuestra fe puesta en Dios?
Julián Escobar.


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