7 de junio de 2019 El Reino de los pobres.

Dos artistas, el tenor Gayarre y el violinista Sarasate, habían actuado en el Teatro Real de Madrid.
Cuando salían, después de SU actuación, se acercó a ellos un pobre ciego que llevaba en la mano un violín, y les rogó:
—Ayúdenme, por amor de Dios.
—¿Qué te ocurre? –le preguntaron.
—Una limosna, señores –replicó–. Desde hace días me estoy muriendo de hambre y ahora no tengo a dónde ir en esta noche cruda de invierno.
Los artistas se compadecieron de él. Sarasate tomó el violín del pobre y comenzó a tocar maravillosamente, mientras Gayarre cantaba. Pronto, una multitud de los que habían estado en el Teatro se arremolinó y aplaudió calurosamente al fin de la pieza.
Entonces, Gayarre pasó el sombrero en torno, diciendo:
—Damas y caballeros, por amor de Dios, ofreced una pequeña limosna para este pobre hombre que está hambriento y no tiene dónde pasar la noche.
Se hizo una gran colecta que se puso en las manos del pobre. Lleno de alegría, fue en busca de una posada. Sus bienhechores se marcharon en silencio.
Te amo con ojos de fe, no con mis ojos,
porque éstos ven en ti muchos defectos;
pero es mi corazón quien ama lo que ellos desprecian.
(Shakespeare, Soneto 141) 
Julián Escobar.


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