16 de octubre de 2019

Dios pagará a cada uno según sus obras, según su corazón, judíos y  griegos, todos somos hijos de Dios, y la salvación no depende de la rigidez  en cumplir leyes sino en el amor de verdad. 
«¡Ay de vosotros también, maestros de la  Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras  vosotros no las tocáis ni con un dedo!» (Lucas 11,42-46).
"Os gusta estar en el primer  banco en la sinagogas... y que se os salude en las plazas!...”  ¿Nos apetece a nosotros también los honores, la consideración? ¿Qué forma tiene en  mí ese orgullo?, ¿es afán de tener la razón siempre?, ¿es  querer llevar a los otros a pensar como yo? Hay mil maneras sutiles de  querer el "primer puesto".

Una señora preguntaba como hacer  amigas pues no lo conseguía siendo que ella no hacía nada malo. Una "amiga" que la escuchaba exclamó: “anda, ¡si  tú que te pasas el día molestando a todas a las que te acercas!” Así somos, no nos  conocemos mucho, y a veces vemos las cosas al revés. En vez de querer ser los primero en amar y servir, hacemos cualquier trapería, enredos, mentiras, apariencias, para ocupar primeros puestos.
Hoy podemos pedir:
«Señor, concédeme el amor, haz que brote en mí el amor... 
Señor, concédeme la alegría, haz que surja en mí la alegría... 
Señor, concédeme ser afable y comprensivo...
Julián Escobar.


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