20 de Diciembre (Lucas 1,26–38).
«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre...»
S. Bernardo comenta: “Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros (…) esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes (…) por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida... No tardes, Virgen María, da tu respuesta. Señora Nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los abismos y los cielos esperan (…) Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna... Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta (…) Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento”.
Benedicto XVI: “Arrodíllate en adoración ante el Seño.... es el remedio más válido y radical contra las idolatrías.... quien se arrodilla ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno”. ¡Dí Sí, como la Virgen María, y no temas, Dios te protege!
S. Bernardo comenta: “Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros (…) esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes (…) por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida... No tardes, Virgen María, da tu respuesta. Señora Nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los abismos y los cielos esperan (…) Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna... Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta (…) Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento”.
Benedicto XVI: “Arrodíllate en adoración ante el Seño.... es el remedio más válido y radical contra las idolatrías.... quien se arrodilla ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno”. ¡Dí Sí, como la Virgen María, y no temas, Dios te protege!
Julián Escobar.
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