21 de Diciembre (Lucas 1,39-45).
Isabel, exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
El relato de la visitación sigue al de ayer, y vemos la llena de gracia, animada por el Espíritu Santo, atender a Isabel, pues partió enseguida (dice el texto: de modo festivo, alegre). Se puede aplicar a ella aquello de "qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz". No sabemos si san José la acompañó. Así llegó a aquella población de las montañas de Judea, Aín-Karim. “La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra” (Àngel Caldas). «Cuanto más grande es el amor, más grande es el dolor» —dice San Agustín.
“Elisa, niña de 4 años, le dice a su madre: ¡Mamá, venga usted corriendo! ¿Qué pasa? Que Antoñito está revolcando al Niño Jesús por el suelo. Hija, Antoñito no es el Niño Jesús. ¡Ya lo sé mamá! Pero ha comulgado, así que con Antoñito va el Niño Jesús”
¿Cómo tratas a Jesús y a los demás?
¿Eres alegría para los demás?
El relato de la visitación sigue al de ayer, y vemos la llena de gracia, animada por el Espíritu Santo, atender a Isabel, pues partió enseguida (dice el texto: de modo festivo, alegre). Se puede aplicar a ella aquello de "qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz". No sabemos si san José la acompañó. Así llegó a aquella población de las montañas de Judea, Aín-Karim. “La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra” (Àngel Caldas). «Cuanto más grande es el amor, más grande es el dolor» —dice San Agustín.
“Elisa, niña de 4 años, le dice a su madre: ¡Mamá, venga usted corriendo! ¿Qué pasa? Que Antoñito está revolcando al Niño Jesús por el suelo. Hija, Antoñito no es el Niño Jesús. ¡Ya lo sé mamá! Pero ha comulgado, así que con Antoñito va el Niño Jesús”
¿Cómo tratas a Jesús y a los demás?
¿Eres alegría para los demás?
Julián Escobar.
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