23 Diciembre San Lucas 1,57-66.
“Querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
«Su nombre es Juan» «Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó, en las entrañas maternas y pronunció mi nombre» (Is 49,1)Celebramos hoy el nacimiento de san Juan Bautista.... Hoy podemos hacer nuestra esta exclamación. Dios nos ha conocido y amado incluso antes que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Cada hombre al nacer, recibe un nombre humano. Pero ya antes de que eso ocurra, posee ya un nombre divino: el nombre con el cual Dios, el Padre, le conoce y le ama desde siempre y para siempre. Y es así para todos, sin exclusión alguna. ¡Ningún hombre es anónimo para Dios! A sus ojos, todos tienen el mismo valor: todos son diferentes, pero todos iguales, todos llamados a ser hijos en el Hijo.
Lanzad gritos de júbilo. Ya se ve la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Se fortalecen las manos débiles y las rodillas vacilantes. Digan a los de corazón intranquilo: ¡animo, no teman! Tu Dios viene en tu defensa. Comienza ya la vía de Dios. Por ella transitan todos con aclamaciones en sus bocas. La alegría adorna sus rostros. ¡Por fin terminó la pena y la muerte! (Cf. Isaías 35, 1-10)
San Gregorio de Niza: “Ni el Cielo ha sido hecho a imagen de Dios, como tú... ni nada de lo que se ve en la creación...”. Tú, por pecador que seas, no pierdas tu condición de hijo de Dios. ¿Te sientes débil, desorientado? Acude a Cristo, Él te señalará el camino que conduce a Dios y a la felicidad ya aquí en la tierra.
- ¿Que es lo más importante para tí en la Navidad?
«Su nombre es Juan» «Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó, en las entrañas maternas y pronunció mi nombre» (Is 49,1)Celebramos hoy el nacimiento de san Juan Bautista.... Hoy podemos hacer nuestra esta exclamación. Dios nos ha conocido y amado incluso antes que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Cada hombre al nacer, recibe un nombre humano. Pero ya antes de que eso ocurra, posee ya un nombre divino: el nombre con el cual Dios, el Padre, le conoce y le ama desde siempre y para siempre. Y es así para todos, sin exclusión alguna. ¡Ningún hombre es anónimo para Dios! A sus ojos, todos tienen el mismo valor: todos son diferentes, pero todos iguales, todos llamados a ser hijos en el Hijo.
Lanzad gritos de júbilo. Ya se ve la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Se fortalecen las manos débiles y las rodillas vacilantes. Digan a los de corazón intranquilo: ¡animo, no teman! Tu Dios viene en tu defensa. Comienza ya la vía de Dios. Por ella transitan todos con aclamaciones en sus bocas. La alegría adorna sus rostros. ¡Por fin terminó la pena y la muerte! (Cf. Isaías 35, 1-10)
San Gregorio de Niza: “Ni el Cielo ha sido hecho a imagen de Dios, como tú... ni nada de lo que se ve en la creación...”. Tú, por pecador que seas, no pierdas tu condición de hijo de Dios. ¿Te sientes débil, desorientado? Acude a Cristo, Él te señalará el camino que conduce a Dios y a la felicidad ya aquí en la tierra.
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Julián Escobar.
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