II Semana de Adviento Lunes (Lucas 5,17- 26).
Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, dijo al paralítico: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante se levantó y se fue a su casa, glorificando a Dios»
«Es propio del amigo hacer el bien a los amigos, principalmente a aquellos que se encuentran más necesitados» (Santo Tomás de Aquino). Ser amigo es algo muy grande: el amigo no juzga la causa de las desgracias, está al lado para acompañar. A Jesús le gusta ver el amor expresado en los signos de amistad: quiere convencer no vencer, ofrecer la experiencia de lo que va bien, quiere lo mejor para el amigo y está dispuesto a sacrificarse por él, hacer algo poco habitual como es subir al tejado y levantar el techo para descolgar, la litera con el amigo y ponerlo ante Jesús. Hay que reconocer la audacia de esos amigos, y poner al amigo ante Jesús.
A una pintora no creyente se le encarga la restauración de unos iconos antiguos. Al comenzar el trabajo le parece que se encierra en un mundo desconocido pero, con el paso del tiempo, empieza a sentirse a gusto. Al final declara: «Quisiera vivir como está pintado en estos iconos». He aquí una insólita pero auténtica confesión de fe. Cuando paseamos por el bosque, elegimos qué senderos recorrer por lo que vemos. ¿No tendría que ser así en la vida? En la televisión vemos las montañas, pero no subimos a pie ni siquiera una colina. El telespectador conoce las cumbres, pero no es un escalador. ¿Puede decirse que conozca la montaña! Los montañeros se reirían ante semejante afirmación. Es como si uno afirmara conocer el amor porque lo ha visto representado en el cine. ¿Conoces a Dios? ¿Conoces los Evangelios? ¿Conoces la Iglesia?
«Es propio del amigo hacer el bien a los amigos, principalmente a aquellos que se encuentran más necesitados» (Santo Tomás de Aquino). Ser amigo es algo muy grande: el amigo no juzga la causa de las desgracias, está al lado para acompañar. A Jesús le gusta ver el amor expresado en los signos de amistad: quiere convencer no vencer, ofrecer la experiencia de lo que va bien, quiere lo mejor para el amigo y está dispuesto a sacrificarse por él, hacer algo poco habitual como es subir al tejado y levantar el techo para descolgar, la litera con el amigo y ponerlo ante Jesús. Hay que reconocer la audacia de esos amigos, y poner al amigo ante Jesús.
A una pintora no creyente se le encarga la restauración de unos iconos antiguos. Al comenzar el trabajo le parece que se encierra en un mundo desconocido pero, con el paso del tiempo, empieza a sentirse a gusto. Al final declara: «Quisiera vivir como está pintado en estos iconos». He aquí una insólita pero auténtica confesión de fe. Cuando paseamos por el bosque, elegimos qué senderos recorrer por lo que vemos. ¿No tendría que ser así en la vida? En la televisión vemos las montañas, pero no subimos a pie ni siquiera una colina. El telespectador conoce las cumbres, pero no es un escalador. ¿Puede decirse que conozca la montaña! Los montañeros se reirían ante semejante afirmación. Es como si uno afirmara conocer el amor porque lo ha visto representado en el cine. ¿Conoces a Dios? ¿Conoces los Evangelios? ¿Conoces la Iglesia?
Julián Escobar.
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