III Domingo de Adviento, Ciclo A (Mt 11,2-11).
«Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva»
El tercer domingo resalta una de las más importantes características ue deben definir a un cristiano: la alegría. No estamos hablando de la alegría plástica y falsa que preconiza nuestra sociedad de consumo, que más que alegría de verdad ofrece simple ocio, entretenimiento y diversión. Tampoco hablamos de la alegría natural que se deriva de que las cosas nos salgan bien. O de la alegría tonta de quien no se entera de la vida y la vive de forma inconsciente o irresponsable.
Un hombr muy rico.Su gran pasión era comprar y consumir. Había una cosa que no conseguía tener. Y por más que compraba cosas, nunca la lograba encontrar: La alegría. Le dijeron que un anciano sabio podría ayudarle. Vivía en lo alto de una montaña, en una humilde y pobre cabaña. Me han dicho que usted podría ayudarme a encontrar la alegría. El anciano lo miró con una sonrisa y le contestó: - Pues ya la ha encontrado, amigo. Yo tengo mucha alegría. -¿Usted?. - ¡Pero si usted no tiene más que una pobre cabaña!.–Gracias a ello tengo alegría, porque voy dando todo lo que tengo de más al que lo necesita.- ¿Y así se consigue la alegría? -preguntó el hombre. – Así la he encontrado yo - dijo el anciano. El rico se dió cuenta de que había más alegría en dar y en hacer felices a los demás, que en recibir y tener cosas sin compartirlas.
El escritor Franz Werfel en su “Canto de Bemardita”: “Quien cree en Dios no necesita milagros, y a quien no cree en Dios ningún milagro le ayudará a creer”.
El tercer domingo resalta una de las más importantes características ue deben definir a un cristiano: la alegría. No estamos hablando de la alegría plástica y falsa que preconiza nuestra sociedad de consumo, que más que alegría de verdad ofrece simple ocio, entretenimiento y diversión. Tampoco hablamos de la alegría natural que se deriva de que las cosas nos salgan bien. O de la alegría tonta de quien no se entera de la vida y la vive de forma inconsciente o irresponsable.
Un hombr muy rico.Su gran pasión era comprar y consumir. Había una cosa que no conseguía tener. Y por más que compraba cosas, nunca la lograba encontrar: La alegría. Le dijeron que un anciano sabio podría ayudarle. Vivía en lo alto de una montaña, en una humilde y pobre cabaña. Me han dicho que usted podría ayudarme a encontrar la alegría. El anciano lo miró con una sonrisa y le contestó: - Pues ya la ha encontrado, amigo. Yo tengo mucha alegría. -¿Usted?. - ¡Pero si usted no tiene más que una pobre cabaña!.–Gracias a ello tengo alegría, porque voy dando todo lo que tengo de más al que lo necesita.- ¿Y así se consigue la alegría? -preguntó el hombre. – Así la he encontrado yo - dijo el anciano. El rico se dió cuenta de que había más alegría en dar y en hacer felices a los demás, que en recibir y tener cosas sin compartirlas.
El escritor Franz Werfel en su “Canto de Bemardita”: “Quien cree en Dios no necesita milagros, y a quien no cree en Dios ningún milagro le ayudará a creer”.
Julián Escobar.
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