15 de enero de 2020

Consciente de su misión, Jesús nutre su actividad con la oración solitaria, comunión con su Padre del cielo, para seguir, en otro pueblo la predicación, evitando todo protagonismo, porque para eso ha venido. La Iglesia primitiva aprendió que esa generosidad a la predicación es el primer paso para llevar a los hombres de todos los tiempos a las fuentes de la salvación. También hoy Jesús sigue sanando, desde lo interior al hombre por la fuerza de su Espíritu con la palabra de vida y luz venida del cielo para liberar de toda esclavitud. La buena fama de Jesús es aurora de la entrada del Evangelio en nuestras vidas. La Santa Teresa siempre tuvo mala salud, sin embargo, eso no la detuvo para emprender grandes empresas. San José fue su médico celestial.  “Determiné acudir a los médicos del cielo para que me sanasen, que todavía deseaba la salud…pensaba que serviría mucho más a Dios con salud” (Vida 6,5). 
Julián Escobar.


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