23 de enero de 2020

Jesús atrae a los hombres, no por los prodigios que realiza sino por la salvación, y redención que ofrece en esos prodigios, por la comunión con Dios que germina en sus vidas. Marco, nos presenta a Jesús como la fuente oculta de salvación, el divino medico de la salud eterna de una sociedad enferma y necesidad de redención. Si el Cristo terreno atraía de esa forma, mucho más desde su cruz y resurrección, los quiere llevar a la vida divina a todos los hombres del mundo. Esta síntesis que hace el evangelista quiere ser una imagen de la humanidad reunida junto al resucitado. La Iglesia reúne en torno al altar de la Palabra y la Eucaristía al pueblo de Dios y desde ahí comunica la fuerza redentora y sanadora como enviado del Padre.
Teresa de Jesús, experimentó al Señor que se presentó muchas veces en su vida con un propósito: mostrarle el camino de su sacratísima Humanidad para una oración más cristológica y eclesial. “Hase de notar también que en cada merced que el Señor me hacía de visión o revelación quedaba mi alma con alguna gran ganancia...”
Julián Escobar.


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