10 de mayo de 2020

Domingo V de Pascua
Evangelio (Jn 14,1-12)
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». 

En esta invitación que Jesús nos hace, la de ir al Padre por Él, con Él y en Él, se revela su deseo más íntimo y su más profunda misión: «El que por nosotros se hizo hombre, siendo el Hijo único, quiere hacernos hermanos suyos y, para ello, hace llegar hasta el Padre verdadero su propia humanidad, llevando en ella consigo a todos los de su misma raza» (San Gregorio de Niza).

El que no cree en la vida eterna cifrará todo su afán en atesorar bienes materiales y en acumular dinero. Mientras que quien cree de verdad en la vida eterna, considera la vida de este mundo como transitoria y no se deja esclavizar por el trabajo, pues no le basta cuanto le ofrece este mundo. Así aconteció con SAN FELIPE NERI, cuando al oír que el Papa quería hacerle Cardenal, lanzó al aire su birrete y exclamó: ¡Lo que yo quiero es el paraíso y no la púrpura!

¿Quieres hacer algo grato a Dios? 
No puedes hacer grandes cosas, sólo cosas pequeñas, pero serían grandes si las haces con amor. 
¡Esto le agrada a Dios!
Julián Escobar.


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