13 de mayo de 2020
Miércoles V de Pascua
Evangelio (Jn 15,1-8
Unidos en la verdad Jesús habló así a sus discípulos: Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto.
Dar fruto más que logro humano, es obra del don de la fe, la iniciativa es siempre de Jesús. Permanecer en Jesús viene a significar, confianza y lealtad mutua, condición indispensable para dar frutos abundantes, al contrario, sin la unión con la cepa el sarmiento no puede hacer absolutamente nada. Sólo la unión con ÉL asegura los frutos deseados.
En Cántico espiritual, Juan de la Cruz, habla de la viña florida, que precisamente da frutos porque unida al Amado. La viña es el alma del creyente donde la vid verdadera, Jesucristo, hace florecer las virtudes teologales y cardinales, todas prontas en sus frutos, en las cuales se gozan el alma y su Amado.
Sin la fe en el Purgatorio no tendrían sentido las muchas oraciones y misas de difuntos. Ya en el siglo II menciona TERTULIANO que los cristianos, en el aniversario de la muerte de sus familiares, solían ofrecer una misa por el eterno descanso de aquellas almas. Realmente, quien conozca la serie variadísima de epitafios, exclamaciones, augurios y oraciones de los sepulcros de las catacumbas, no podrá ni dudar que los primeros fieles tenían la firme convicción de que los vivos podemos ayudar a las benditas almas; en otras palabras: que hay Purgatorio.
¿Qué piensas de las obras que realizas?
Evangelio (Jn 15,1-8
Unidos en la verdad Jesús habló así a sus discípulos: Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto.
Dar fruto más que logro humano, es obra del don de la fe, la iniciativa es siempre de Jesús. Permanecer en Jesús viene a significar, confianza y lealtad mutua, condición indispensable para dar frutos abundantes, al contrario, sin la unión con la cepa el sarmiento no puede hacer absolutamente nada. Sólo la unión con ÉL asegura los frutos deseados.
En Cántico espiritual, Juan de la Cruz, habla de la viña florida, que precisamente da frutos porque unida al Amado. La viña es el alma del creyente donde la vid verdadera, Jesucristo, hace florecer las virtudes teologales y cardinales, todas prontas en sus frutos, en las cuales se gozan el alma y su Amado.
Sin la fe en el Purgatorio no tendrían sentido las muchas oraciones y misas de difuntos. Ya en el siglo II menciona TERTULIANO que los cristianos, en el aniversario de la muerte de sus familiares, solían ofrecer una misa por el eterno descanso de aquellas almas. Realmente, quien conozca la serie variadísima de epitafios, exclamaciones, augurios y oraciones de los sepulcros de las catacumbas, no podrá ni dudar que los primeros fieles tenían la firme convicción de que los vivos podemos ayudar a las benditas almas; en otras palabras: que hay Purgatorio.
¿Qué piensas de las obras que realizas?
Julián Escobar.
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