6 de mayo de 2020

Miércoles IV de Pascua 
Texto del Evangelio (Jn 12,44-50
Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado.

Jesucristo es la manifestación de la voluntad salvífica de Dios, llama a los hombres a sus ánimos para que acojan la salvación, la hagan suya por medio de la fe, verdad y amor, también cabe la posibilidad de perderla, y lo que es salvación se transforme en juicio, cuando no cree (v.47). La salvación toca la libertad humana, incluye la historia de cada hombre, por ello, la respuesta es de amor en libertad, al amor de Dios. Quien escucha a Jesús y no guarda su palabra no es juzgado por ÉL, porque vino como Salvador (v.47). Sin embargo, el hombre conserva  una responsabilidad hasta el final sobre sí y su salvación.

¿Conoces la leyenda de la madre que tenía un hijo sordomudo? El hijo murió sin haber podido pronunciar nunca, ni en una sola ocasión, el nombre de su madre. La madre vivió todavía largos años, se hizo vieja y al final murió, y he ahí que en la puerta del cielo la recibe su hijo que con gran entusiasmo le grita: “¡Madre!¡Madre mía!”

Quieres que el mundo cambie, 
pero ¿qué haces tú por esa cambio?
Julián Escobar.


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