28 de septiembre de 2020
En una pequeña ciudad de provincia encontré un día por la calle a un niño que lloraba a voz en cuello. Durante largos días había trabajado en hacer una hermosa cometa, la había adornado, pegado… y cuando ya quiso soltarla, se le quedó prendida en un hilo telegráfico. La hermosa cometa se agitaba impotente bajo el soplo del viento sobre el hilo, se iba destrozando, y el niño lloraba al pie del poste telegráfico por aquel trabajo hecho con tanto esmero y solicitud.
Dios nos ha creado para “volar” hasta el cielo, hacia la perfección y santidad, pero una gran mayoría prefiere ser aves de corral, vivir enjaulados, en granjas. ¿Es usted uno de ellos?
Julián Escobar.
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