3 de septiembre de 2020
Pero llega otro soldado, enemigo de Mario, y le delata como cristiano, indigno, por lo tanto, de ser ascendido al grado de capitán; a él, al denunciante, le pertenece tal puesto.
Preguntan a Mario. No lo niega: “Soy cristiano”. Se le conceden tres horas para deliberar.
Mario va al obispo para preguntarle su parecer. El obispo introduce al soldado en el templo, le quita la espada del cinto y, teniéndola con una mano mientras coge con la otra el Evangelio, le dice: “Escoge entre ambos: entre la gloria militar y el Evangelio; entre la vida y la muerte.”. El soldado escogió el Evangelio. No esperó que pasasen las tres horas y se presentó ante el tribuno. Fue martirizado acto seguido…
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