23 de noviembre de 2020

Dos hombres fueron al templo a orar.

Uno se puso en el primer banco.

Y oraba así:

“Te doy gracias porque soy bueno”.

Y era verdad.

Cumplía la Ley escrupulosamente.

El otro se sentó al fondo, en un rincón.

Y decía a Dios: “Perdóname. Soy malo”.

Y era verdad.

Robaba y apoyaba a los opresores.

Y Dios miró con tristeza al primero.

En cambio sonrió al segundo.

¡Siempre igual! Es un provocador.

Fustiga a los buenos, a las gentes de orden,

a los piadosos,

a los que cumplen lo que se manda.

Y defiende a los audaces,

a los indeseables, a los pecadores.

Nos sentimos heridos, pero no nos convence.

Busca la pelea. Se la va a ganar.

Y dice Dios: “No quiero montones de méritos.

Estoy harto. El pecado no me molesta.

Quiero corazones humildes y arrepentidos”.

Patxi Loidi. “Mar Rojo”, p. 23

Julián Escobar.


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