25 de noviembre de 2020

Batido y Macedonia

Se sueña en una comunidad donde cada uno, por supuesto, fuera todo para el otro.

No como las manzanas en su árbol, donde cada una existe finalmente para sí y el sol es para todas.

Ni como las frutas en una canastilla; hay diversidad pero con yuxtaposición.

Entonces se inventa la comunidad pasada por la batidora o el almirez. Todo se muele: la piel, las pepitas. Esto da un batido uniforme lleno de vitaminas. Pero en donde cada uno ha perdido su personalidad.

Esto era, se dice, el resultado de algunas órdenes religiosas en otros tiempos. Eso es hoy, el ideal de una comunidad de base donde no se pueden reconocer muy bien a los laicos, los religiosos, los casados y los solteros.

¿Una solución mejor? La macedonia de frutas.

Que cada uno permanezca como es: pera, manzana, plátano o piña. Y que cada uno se beneficie del sabor característico del otro.

Pero con una condición: aceptar evangélicamente ser cortado en cuatro, diez o doce trozos si se es una fruta grande y hermosa. Sólo las muy humildes continúan enteras: una cereza, un grano de uva, una fresa.

Jacques Loew. “Fábulas y parábolas”, p. 70.


Julián Escobar.


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