Palabra de Dios Lc 24, 13- 35. - «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída,» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. *** Había una vez un barco dentro de una botella. Aquel barco era feliz, porque creía que, en aquella botella, estaba encerrado el mundo. El dueño del barco en la botella se encariñó con él. Y terminó por hacerse coleccionista de barcos en botella. Recorrió tiendas y almacenes, mercados y mercadillos. Y compró todos los barcos que pudo encontrar. Y, cuando los tuvo a todos colocados en una repisa, nuestro barco se dio cuenta de que no todo el mundo se reducía al interior de su botella. Había otros mundos, muchos, encerrados en otras muchas botellas. Y esto le llenó de preocupación. Por eso aquel día, los barcos se decidieron a empujar con todas sus fuerzas c
6 dic. Mt 18, 12-14 Buenos días, Señor. Estoy contento con estar frente a ti, pero me siento un poco avergonzado. Anoche me puse de rodillas para orar, antes de acostarme. Tú sabes que lo hice y que te dije: «Señor, bendícelos a todos; alivia el dolor de cada corazón entristecido y haz que los enfermos vuelvan a estar sanos». Pero esta mañana. He caído en la cuenta de que, durante todo el día de ayer, no intenté enjugar ninguna lágrima de ningún ojo. No intenté compartir la carga de ningún hermano, en su camino. Ni fui a visitar al enfermo que yacía en la casa de al lado. Me siento un poco avergonzado, pero vuelvo a solicitarte que bendigas a todos los necesitados. Estas en tu derecho si me dices: «Detente, hipócrita, antes de orar. - ¿A quién vas a tratar de ayudar hoy?» Mis bendiciones las doy por medio de vuestras manos. ¿No tenéis que ser vosotros, los cristianos mis manos y mis pies, mis labios y mi corazón? ¿Por qué me pedéis a mi hacer lo que deberías hacer vosotros si sois
Sube Cristo a la mansión de la gloria San Agustín tiene pensamientos bellísimos. Sube Cristo a la mansión de la gloria; después de la oscuridad del sepulcro, la eterna luz del cielo; después de la ignominia de la cruz, los esplendores de un trono. Ahí triunfa Dios. «Adonde reina mi carne, allí pienso yo reinar; y adonde enseñorea mi sangre, pienso yo ser señor». «Fuiste mi consolador y no te despediste de mí; subiendo a los altos cielos, echaste la bendición a los tuyos y no lo vi, dijeron los ángeles, que otra vez volverías y no los oí». ¿Es usted consuelo para los que lloran y ayuda para los necesitados? ¿Manifiesta desprecio hacia los que no le caen bien? Julián Escobar. | Lecturas del Día (+ Leer ). | Evangelio y Meditación (+ Leer ) | | Santo del día (+ Leer ) | Laudes (+ Leer ) | Vísperas (+ Leer ) |
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