1 de abril de 2021
El corazón de cada persona es como el Banco de la moneda de un pueblo o nación. Allí se fabrican las monedas buenas que nos sirven para comprar casi todo, menos el cielo. Para que sean buenas y tengan valor deben ser legítimas en pureza, en la materia y en el cuño. Si no tiene la aleación debida no sirven para nada. Así san Agustín decía que el hombre es la moneda de Dios que tiene por el anverso a Dios y por el reverso al Crucifijo. Las monedas (hombres) falsas tienen en alguno de sus lados al diablo. San Ambrosio gritaba: ¡Borra, borra de la moneda de tu vida la imagen del diablo y pon la imagen de Cristo!
- ¿Eres buena o mala moneda?
- ¿Cuánto hay de cristiano auténtico en ti?
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