Palabra de Dios Lc 24, 13- 35. - «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída,» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. *** Había una vez un barco dentro de una botella. Aquel barco era feliz, porque creía que, en aquella botella, estaba encerrado el mundo. El dueño del barco en la botella se encariñó con él. Y terminó por hacerse coleccionista de barcos en botella. Recorrió tiendas y almacenes, mercados y mercadillos. Y compró todos los barcos que pudo encontrar. Y, cuando los tuvo a todos colocados en una repisa, nuestro barco se dio cuenta de que no todo el mundo se reducía al interior de su botella. Había otros mundos, muchos, encerrados en otras muchas botellas. Y esto le llenó de preocupación. Por eso aquel día, los barcos se decidieron a empujar con todas sus fuerzas c
30 nov. San Andrés apóstol. Buenos días, “Señor mío y Dios mío” Muchas veces me sucede como a aquel profesor que le confesó a su esposa que, a pesar de ser especialista en muchos campos, sus conocimientos eran muy limitados. «Tiendo a aceptar las cosas tal y como se presentan. Por ejemplo —le dijo—, me da vergüenza admitir que no sé ni cómo funciona una bombilla eléctrica». «Eso es increíble —exclamó su esposa—. Es tan sencillo, querido —le dijo en tono comprensivo—. Aprietas el conmutador ¡y ya está!» A mi con la oración, me ocurre lo mismo. Pienso que funciona de la misma manera que muchos de nuestros aparatos: aprietas un conmutador, y se pone en marcha. Pero no nos paramos a pensar en el «poder» que la hace funcionar. ¡Tu amor hacia mí y mi amor hacia Ti! Me pongo ante Ti y te hablo de mil cosas, ¡siempre mis cosas!, pero ¿cuántas veces te pregunto por tus cosas? Se que la Oración es un dialogo, pero yo la convierto en un monologo. ¡Yo digo, yo te pido, yo te prometo, yo…yo…! ¿Qué
Sube Cristo a la mansión de la gloria San Agustín tiene pensamientos bellísimos. Sube Cristo a la mansión de la gloria; después de la oscuridad del sepulcro, la eterna luz del cielo; después de la ignominia de la cruz, los esplendores de un trono. Ahí triunfa Dios. «Adonde reina mi carne, allí pienso yo reinar; y adonde enseñorea mi sangre, pienso yo ser señor». «Fuiste mi consolador y no te despediste de mí; subiendo a los altos cielos, echaste la bendición a los tuyos y no lo vi, dijeron los ángeles, que otra vez volverías y no los oí». ¿Es usted consuelo para los que lloran y ayuda para los necesitados? ¿Manifiesta desprecio hacia los que no le caen bien? Julián Escobar. | Lecturas del Día (+ Leer ). | Evangelio y Meditación (+ Leer ) | | Santo del día (+ Leer ) | Laudes (+ Leer ) | Vísperas (+ Leer ) |
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