30 de septiembre de 2022

¡Somos algo más!

Diógenes el Cínico escuchó un día a Platón describir al hombre a sus discípulos como “un bípedo implume”. Diógenes tomó un gallo, lo desplumó y lo lanzó en medio de Platón y sus discípulos diciendo: “Ahí tienes a tu hombre, Platón”. ¿Por qué lo hizo? Porque Diógenes no estaba de acuerdo en que el hombre sólo realizara funciones vegetativas en la vida.

“Dios ha puesto eternidad en el corazón de los hombres” (Eclesiastés 3, 11)

El hombre está compuesto de materia y espíritu.

- ¿Lo crees tú?

- ¿Te comportas tú como “gallo con o sin plumas”?

Julián Escobar.


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2 dic. Mt 9, 27-31 Señor Jesucristo, hoy quisiera ofrecerte una casa bien limpia y barrida, un corazón totalmente tuyo, para que la habites, pero no puedo. No me siento con fuerzas para darte todo y por eso me siento resquebrajar cuando en cada Eucaristía te digo: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa...» Y Tú vas y entras, y como a la suegra de Pedro, me curas y me pones en pie. Pero ella se puso a servirte, y yo no siempre lo hago. El suelo de mi corazón a veces está mal ventilado. Pero Tú… pasas a mi casa a pesar de todo. Me avergüenzo un poco, pero Tú naciste y dormiste en una cueva, tú pasaste noches enteras bajo el manto de las estrellas.  Pero, aunque no pueda acomodarte mejor, mi corazón, aunque no limpio, es tuyo y deseo que habites en él, y sentiré la alegría de que tú estás presente. Tengo que creer firmemente, Señor, y no puedo tener la menor duda de que tú te sientes, como en tu casa. Tú comiste con los pecadores. Pues come ahora conmigo, o no me prives de que y
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