4 de diciembre de 2022

4 dic. 2º dom Adviento. Mt 3, 1-12

Anoche soñé contigo, Señor.

Soñé que paseaba a lo largo de la playa contigo, Señor, 

y, en el cielo, se reflejaban escenas de mi vida. 

En la arena dejábamos las huellas de tus pies y de los míos. 

Reíamos como dos niños que disfrutan recordando sus travesuras.

Vi escenas de mi vida que no me gustaron, cuando yo iba sin importarme nada de tu vida y de la mía. Me invadió una angustiosa tristeza. Incliné la cabeza por vergüenza y… me eché a llorar... ¡no veía tus huellas junto a las mías.

Sin atreverme a levantar mi cabeza, te dije:

«Señor, tú me dijiste que, harías conmigo el camino de mi vida. 

Pero en los momentos más difíciles de mi vida, cuando más tullido me dejaban los pecados, no veía tus huellas junto a las mías. 

No comprendo por qué, cuando más te necesitaba, me abandonaste».

Tú te echaste a reír y me dijiste:

«Yo te quiero y jamás, jamás te abandoné 

en tus momentos de prueba y sufrimiento. 

Cuando has visto sólo una serie de huellas, 

es porque, entonces, yo te llevaba en mis brazos».

En esta mañana, te pido, Señor, que estés siempre junto a mí, incluso cuando yo no quiera que estés conmigo.

¿Dejas a Cristo caminar junto a ti?

¿En qué se parecen tus huellas a las suyas?

El Señor es tu guardián; está a tu derecha.

El Señor te guarda de todo mal,

El protege tu vida.

Salmo 121, 5.7

Julián Escobar.


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