6 de diciembre de 2022

6 dic. Mt 18, 12-14

Buenos días, Señor. 

Estoy contento con estar frente a ti, pero me siento un poco avergonzado. Anoche me puse de rodillas para orar, antes de acostarme. Tú sabes que lo hice y que te dije: «Señor, bendícelos a todos; alivia el dolor de cada corazón entristecido y haz que los enfermos vuelvan a estar sanos».

Pero esta mañana.  He caído en la cuenta de que, durante todo el día de ayer, no intenté enjugar ninguna lágrima de ningún ojo. 

No intenté compartir la carga de ningún hermano, en su camino. 

Ni fui a visitar al enfermo que yacía en la casa de al lado. 

Me siento un poco avergonzado, pero vuelvo a solicitarte que bendigas a todos los necesitados.

Estas en tu derecho si me dices: «Detente, hipócrita, antes de orar.

- ¿A quién vas a tratar de ayudar hoy?»

Mis bendiciones las doy por medio de vuestras manos. ¿No tenéis que ser vosotros, los cristianos mis manos y mis pies, mis labios y mi corazón? ¿Por qué me pedéis a mi hacer lo que deberías hacer vosotros si sois mis discípulos? Recuerda lo que les dije a los apóstoles: “Dadle vosotros de comer”

- No me hagas llorar. Perdóname, y te prometo que hoy trataré de vivir de acuerdo con la petición que te he hecho».

¿Te sabes las obras de misericordia?

¿Intentas practicarlas?

Julián Escobar.


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