16 de enero de 2023
“el amor pone orden, crea unidad, da un estilo, ejerce una presión, imprime una dirección en la vida y “dentro” de la persona. Es el orden, el estilo, la dirección del amor divino, del amor a la manera divina. Orden ideal, pero no imposible, ya que el hombre creado a imagen y semejanza de Dios, comparte con Él la facultad de amar. A pesar de todo, es un orden dinámico, que hay que construir, no estático ni automático. Exige del hombre la fatiga constante de poner en línea con dicho centro vital las fuerzas centrífugas y las tendencias contrarias y todo amor particular de sí y de las cosas, que podría crear “desorden”. Agustín está consciente de esto y conoce muy bien el sentido de esta lucha. Pero este “ordo amoris” (orden en el amor) libera y realiza plenamente el amor humano”.
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