25 de febrero de 2023
* Tenía el gran emperador Carlomagno una nieta a quien quería mucho, Imelda. Como era muy curiosa, siempre estaba acosando a su abuelo con preguntas sobre el porqué de las cosas. En su honor fundó Carlomagno la primera escuela en Aquisgrán. Cuando sus ocupaciones le dejaban libre, se personaba en la clase y él mismo hacía de profesor. A esta clase jamás faltaba Imelda. Un día el ilustre maestro anunció a sus alumnos que iban a traer los tres libros más bellos que en el mundo existen. Al día siguiente clavaron en él sus miradas desbordantes de curiosidad, sobre todo Imelda. El emperador sólo llevaba un libro y les dijo: «Aquí tenemos tres libros que nos hablan de Dios. El primer libro es el cielo, el segundo es la conciencia, y el tercer libro es éste: el Evangelio».
Aparte de los escritos del nuevo Testamento y de los evangelios apócrifos, hablan de Jesucristo y sus discípulos, Plinio el Joven en una carta escrita hacia el año 112 dirigida a su tío el emperador Trajano; Tácito en sus Anales, escritos hacia el año 115; Suetonio, secretario de Adriano en sus Vidas de los Césares, hacia el año 120; Flavio Josefo, conocido historiador judío, en sus Antigüedades judías, del año 94, y el mismo Talmud de los judíos.
Señor, que sea santificado vuestro nombre, no con vanas palabras, sino con actos y con palabras que sean actos, palabras de caridad. Miguel de Unamuno
El presidente Kenedy dijo a los jóvenes de EE.UU.: “No te preguntes qué puede darte tu país, pregúntate qué puedes darle tu”.
– ¿Qué le das tú a Cristo?
– ¿Qué le das tú a la Iglesia?
– ¿Qué le das tú a tu familia?
Comentarios