13 de marzo de 2023 ¡Ser fiel a Cristo!

Lucas 4, 24-30 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria». Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.

El Anglicanismo fue fundado por Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547), quien, irritado porque el Pontífice Clemente VII no quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón, se separó de la obediencia al Papa y se constituyó a sí mismo Jefe de la Iglesia Anglicana. Bajo Eduardo VI, su hijo, se introdujo el luteranismo y en el reinado de Isabel, el calvinismo, de modo que su doctrina es una mezcla de los dos. Muchos católicos fueron martirizados en la persecución religiosa, entre los cuales destacan Santo Tomás Moro y San Juan Fisher. Hoy día se designa con el nombre de Comunión Anglicana a un grupo de iglesias anglosajonas independientes unas de otras y extendidas por Inglaterra, las colonias inglesas y Estados Unidos. Las iglesias principales son la Alta Iglesia moderada, que admite el Símbolo de los Apóstoles, interpretado con vaguedad, rechaza el ascetismo de los ritualistas y sacrifica gustosa sus principios doctrinales en bien de la paz. El Ritualismo, promovido en el siglo pasado por el movimiento religioso de Oxford, se caracteriza por la vuelta parcial a los dogmas, los sacramentos y el culto de la Iglesia Católica, y por la aspiración a una vida religiosa más perfecta. La Iglesia Baja, afectada de gran puritanismo: observancia rigurosa del descanso dominical, lectura diaria de la Biblia, abstinencia de bebidas alcohólicas y de tabaco. Su doctrina se reduce a un sólo dogma: la salvación por la fe en Jesús.

Aunque estoy convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes de prestar juramento en contra de mi conciencia (Santo Tomás Moro).


Julián Escobar.


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