23 de marzo de 2023 Jueves 4º Tu máxima confianza, ¿es Jesús?

Juan 5, 31-47 ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?

Un universitario que preparaba su tesis doctoral encontró en unos antiguos documentos un ejemplo de las muchas actividades que pueden realizar los cristianos con su iniciativa. Su tesis versaba sobre la evangelización de Hispanoamérica por los españoles en el siglo XVI. Se cuenta en los legajos que llegó en barco una expedición a una de las costas. Desembarcaron y se introdujeron tierra adentro por la selva. Iban soldados armados y algunos religiosos misioneros, uno de los cuales portaba una gran cruz. Avanzaban entre los árboles y el follaje por temor al ataque de los indígenas. En un momento dado se abrió la espesura y encontraron de frente un nutrido grupo de indios. Una vez que lograron entenderse con ellos, les explicaron que hacía tiempo había llegado otro barco, que se fue a pique en esas costas. Sólo pudieron salvar a uno con vida. Se llamaba Molina. Este les enseñó muchas cosas; por ejemplo, había puesto en el poblado una gran cruz, por eso les habían reconocido como hombres de paz, al ver la que ellos llevaban, y les había dado clases de catecismo. Todos los días comenzaba la clase con las palabras «Alabado sea Jesucristo», y todos los indios coreaban: «Alabado sea Jesucristo, Molina, Molina». Este hombre era un soldado. Ya había muerto, pero el camino para la posterior evangelización estaba abierto.

La nave de Jesús no puede hundirse [...]. Las olas no quebrantan la roca, sino que se tornan ellas mismas espuma. Nada hay más fuerte que la Iglesia. Deja, pues, de combatirla, para no destrozar tu fuerza en vano. Es inútil pelear contra el cielo. Cuando combates contra un hombre, o vences o eres vencido; pero si peleas contra la Iglesia, el dilema no existe. Dios es siempre más fuerte. (San Juan Crisóstomo).

Julián Escobar.


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