7 de marzo de 2023
Tercera metáfora: poder de atar y desatar. De mandar, permitir o prohibir. Es el poder de legislar cuanto creyere conveniente para el gobierno de la Iglesia. Su autoridad no es sólo la de un maestro que declara cuándo una cosa está permitida o prohibida por el legislador, sino que su autoridad es la del legislador y juez: él decide lo que está permitido o no. También los Apóstoles recibieron de Jesucristo bajo este símil la suprema autoridad espiritual, pero siempre bajo la dependencia de Pedro, porque sólo a Pedro puso por fundamento y le dio las llaves de la Iglesia.
¿Cuándo le concedió el Primado? Fue en los días siguientes a la Resurrección de Jesucristo. Dirigiéndose sólo a Pedro, le preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Él le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Díjole: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntase: ¿Me amas? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Díjole Jesús: Apacienta mis ovejas» (Jn. 21, 1517).
San Bernardo en una enfermedad grave tuvo un éxtasis y le pareció que le llevaban ante el tribunal de Dios y el demonio le acusaba como merecedor del infierno. «Yo confieso, respondió el Santo, que no soy, digno del cielo; más a mi Señor Jesucristo se le debe por dos títulos; por ser Unigénito del Padre y por haberme comprado con su sangre. Él se contenta con el primero de estos títulos y del segundo me hace donación. Aquí estriba mi esperanza».
Comentarios