20 de julio de 2023
Marceau, comandante de marina, era un hombre terrible ante quien todos temblaban. Y comulgaba diariamente, por eso murmuraban de él muchos de sus subordinados. Un día que llegaron a sus oídos estas murmuraciones reunió a todos sus hombres sobre el puente y les dijo: “Sé lo que pensáis y decís de mi. Ya sé que soy rudo y a veces hasta brutal. Y pensáis que un hombre que comulga como yo debería ser de otro modo. Pero sabed que yo me porto como me porto precisamente por la Comunión porque si no comulgase con frecuencia el primer día sería capaz de echaros a todos por la borda sin vacilar”.
El alma es inmortal porque es espiritual y por lo tanto no puede morir. Si Dios ha puesto en el alma humana esta tendencia irresistible de felicidad, es porque está dispuesto a darnos los medios para satisfacerla. P. Jorge Loring
Julián Escobar.
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