14 de agosto de 2023
El gallo del pintor japonés
Cuenta una leyenda japonesa que un comerciante rico hizo un encargo interesante a un pintor. Su cuadro había de representar tan sólo un gallo, pero con la mayor fidelidad posible. Después del encargo, el comerciante esperó varios años sin que tuviera ninguna noticia del pintor. Por fin, llegó a cansarse de tanto aguardar, y se fue a ver qué pasaba con el cuadro. No halló trazada ni una sola línea. El pintor hizo sentar al comerciante, se puso a trabajar, y al cuarto de hora tuvo acabado el cuadro. Una obra maestra irreprochable. El comerciante se entusiasmaba... Cuando llegó el momento de pagar quedó espantado al oír la enorme suma que el pintor se atrevía a exigir por aquel trabajo de «un cuarto de hora», y estalló en indignación. Para contenerle, el pintor, con un gesto, señaló el montón de papeles que inundaba todo el cuarto, y tenía la altura de un hombre: en cada hoja había dibujado un gallo, y dijo: «Estos cuadros los he pintado durante tres años, y sólo mediante tan largo ejercicio, he logrado la destreza de poder hacer en tan breve tiempo y con perfección tanta un cuadro del mismo asunto. Ahora bien, he de cobrar el precio de mis largos ensayos». El comerciante le dio la razón, y pagó la suma pedida.
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