¿Dónde estás, Señor, que no te veo? Cuando todo nos va bien apenas si tenemos presente a Cristo, pero cuando nos zarandean los “problemas”, con reproche exclamamos: “¿Dónde estás, Señor, que no te veo, que me dejas solo y desamparado con el peso de tantos problemas?”. Y el Señor nos dirá: No me ves porque me buscas entre los muertos, en la tumba vacía, y yo estoy Resucitado. No me ves porque lloras tus problemas y no gozas de la vida. ¿Cómo puedes creer que Yo dejo a nadie sólo con los dolores de la vida? Debes resucitar conmigo. Renueva tus ojos para poder verme, renueva tu fe para poder creer más. Hazte preguntas como: - ¿Te despiertas con ánimo, de ser feliz y hacer feliz a los demás? - ¿Sientes que tu vida tiene sentido? - ¿Valoras lo que haces porque es útil para ti y los demás? - ¿Te sientes fuerte y valiente para vivir la fe en público? - ¿En tu mente y corazón tiene más fuerza el perdón que el odio? Si es así, es que Cristo te ha acariciado con su Resurrección, tú t
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