26 de febrero de 2024
Amar al enemigo. Perdonar todo y siempre. El 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen de Fátima, miles de personas acuden a la plaza de San Pedro para ver a Juan Pablo II. Una niña rubia con un globo azul levanta sus manitas al Papa, que la toma en sus brazos y la levanta en alto sonriente. "Nada hacía presentir lo que iba a suceder. Cuando el Santo Padre daba la segunda vuelta a la plaza, el turco Alí Agca disparó contra él, (...). Yo estaba sentado como de costumbre detrás del Santo Padre, y la bala, a pesar de su fuerza, cayó entre nosotros en el automóvil, a mis pies. La otra rozó el codo derecho, quemó la piel y fue a herir a otras personas (...)".
"¿Qué pensé? Nadie creía que una cosa así fuera posible (...) Vi que el Santo Padre había sido alcanzado. Entonces le pre-gunté:
¿Dónde está herido?" Me respondió: "En el vientre". Todavía le pregunté: "¿Es doloroso?". Y me respondió: "Sí"."
"El Santo Padre no nos miraba. Con los ojos cerrados, sufría mucho y repetía breves plegarias exclamatorias. Si no recuerdo mal, eran, sobre todo: "¡María, Madre mía! ¡María, Madre mía!"
Las balas pueden matar el cuerpo, pero no el amor y el perdón. ¿Sabes perdonar con prontitud las ofensas?
No Juzgues. A los demás, evita las críticas y la visión negativa de la realidad.
Julián Escobar.
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