31 de marzo de 2024. Domingo de Resurrección. ¡Resucitar!

Arquímedes decía que, si se le daba un punto de apoyo fuera de la tierra, con una palanca movería el mundo. Los católicos tenemos un “punto” de apoyo para mover mentes y corazones. Tenemos la Resurrección de Cristo.

La Resurrección de Cristo es nuestro punto de “apoyo” para levantar a las personas de la miseria del pecado, de la muerte espiritual a la Gracia divina.

¿Queremos una vida y un mundo mejor? Vivamos, y ayudemos a vivir, en gracia de Dios. Si rechazamos a Dios, ¿qué nos queda? El amor a las vanidades y la búsqueda del engaño. Se rechaza el “Paraíso” creado por Dios y nos agotamos en la locura de crearnos pequeños paraísos en exclusividad para cada uno como hemos creado el jardín del chalet o el de la puerta de nuestra vivienda.

¡Que los buenos sean mejores y los malos empiecen a ser buenos! ¿Es posible esto? Sí, si dejamos que la gracia divina penetre nuestras vidas. Hasta lo más fétido y muerto recobra vida, como ocurrió con Lázaro, si abrimos nuestros oídos y voluntad a la voz y mandatos del Señor.

Los evangelios contienen multitud de ejemplos, de consejos, de invitaciones a la santidad: ¡No tengas tu corazón, tu vida, tus relaciones familiares y de amistad en la sepultura del egoísmo! ¿Quieres la Santidad, la resurrección? Abraza al Amor que te ofrece Cristo, ama con el Amor de Cristo y ofrécete a Dios y a los demás como se ofreció Cristo. 


Opción 2. 

Con la alegría y la fuerza del resucitado en nuestro corazón y alma, en comunión con todos emprendemos el camino de la pascua. 


Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

Donde haya odio, que yo ponga amor.

Donde haya ofensas, que yo ponga perdón.

Donde haya discordia, que yo ponga unión.


Donde haya error, que yo ponga verdad.

Donde haya duda, que yo ponga fe.

Donde haya desesperanza, que yo ponga esperanza.

Donde haya tinieblas, que yo ponga luz.

Donde haya tristeza, que yo ponga alegría.


Haz que yo no busque tanto el ser consolado como el consolar,

el ser comprendido como el comprender,

el ser amado como el amar.


Porque dando es como se recibe.

Olvidándose de sí mismo es como se encuentra a sí mismos.

Perdonando es como se obtiene perdón.

Muriendo es como se resucita para la vida eterna.


Julián Escobar.


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