12 de abril de 2024

Una vez un niño se fue delante del sagrario con toda su inocencia y le ofreció a Jesús una flor, que acababa de recoger de su jardín. Y Jesús se sintió emocionado por ese gesto de cariño. Y le dijo:

- Déjame todo.

El niño se extrañó de escuchar la voz de Jesús, pero Jesús le volvió a insistir:

- Déjame todo.

El niño no sabía qué dejar, porque no tenía más que la ropa puesta. Entonces el niño preguntó:

- Señor, ¿qué quieres que te deje?

- Quiero que me des todo tu corazón. 

El niño se emocionó y le dijo que se lo daba, porque quería hacerlo siempre feliz. Y ese niño llegó a ser sacerdote para darle de verdad todo su corazón, pues Jesús no quiere sólo flores y besos o cosas materiales, quiere sobre todo nuestro corazón, es decir, todo nuestro amor.

Existe una imagen mariana del siglo VI, procedente de Rusia: María está erguida en un mar de rayos; y en su pecho, en el sitio de su corazón, se dibuja Cristo, como sol, como hostia rodeada de haces de luz. ¿Qué es lo que quiere expresar? Que el corazón de María estaba ocupado por Cristo, allí vivía Él, y así María era un ostensorio, un tabernáculo vivo. Mons. Tihamér Tóth

Julián Escobar.


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