9 de abril de 2024
Por eso, en este momento, respira hondo y sonríe: Jesús te ama. Tu vida está llena de sentido, vale la pena vivir y morir por El. Vale la pena apostarlo todo por El, que espera tanto de ti y cuenta contigo para la gran tarea de la salvación de tus hermanos. Jesús te abre sus brazos con su infinito amor y te dice: Ven a Mí, si estás agobiado y sobrecargado; Yo te aliviaré y daré descanso a tu alma (Cf Mt 11,28). “No tengas miedo, solamente confía en Mí” (Mc 5,36). Tú eres mi amigo, si haces lo que yo te mando (Cf Jn 15,14).
Que nuestro Padre celestial nos conceda una firme e inconmovible fe en la vida eterna; y, más aún, que vivamos de tal manera que lleguemos a gozar de una eternidad dichosa, y que en la losa sepulcral de cada uno de nosotros puedan inscribirse las palabras que Luis Veuillot (1813-1883), el gran periodista católico francés, compuso para su propio epitafio: “Después de la oración final, colocad sobre mi tumba una pequeña cruz, y en memoria mía no escribáis sobre la lápida sepulcral más que esto: “Creyó y ahora ve”.
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