10 de agosto de 2024
¡Fragancia y rosas!
Cuenta una leyenda antigua…
Un monje descubrió la corona de espinas que los soldados pusieron en la cabeza de Cristo. Estaba cubierta de sangre. El monje la llevó y la puso sobre un altar del templo. La gente la miraba con dolor porque les recordaba la crueldad de los pecados, sus propios pecados. En la mañana de Pascua, a la salida del sol, el monje entró en el Templo para retirarla, pero… de cada espina había brotado una rosa y con una fragancia extraordinaria. Ahora sabía que la venganza del pecado, Jesús la había convertido en perdón, la desesperación en esperanza.
- ¿Cree que la sangre de Cristo todo lo purifica?
Julián Escobar.
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