3 de septiembre de 2024

Pacientes

 Pensaba que mi vida no estaba bien, hablé entonces con Dios y: 

  • Me quejé de lo que me salió mal en el trabajo, pero no agradecí mis manos para trabajar.
  • Me quejé de tener que soportar el ruido de mis hermanos, pero no agradecí por tener una familia.
  • Me quejé cuando no había lo que más me gustaba para comer, pero olvidé agradecer por tener que comer.
  • Me quejé por mi salario, cuando miles ni siquiera tienen uno.
  • Me quejé porque no apagaban la luz de mi cuarto al buscar unos libros, pero no pensé en que muchos no tienen hogar donde tener las luces encendidas.
  • Me quejé por no poder dormir 10 minutos más, olvidando a quienes darían todo por tener su cuerpo sano poder levantarse.
  • Me quejé por tener que trabajar al día siguiente, olvidando que muchos no tienen trabajo que les permita llevar sustento a su familia.
  • Me quejé porque mi madre me reprendía, cuando millones desearían tenerla viva para poder honrarla y abrazarla.

Dios me mostró en aquel momento la verdad y entonces comprendí lo ingrato que había sido con El, y comencé a agradecer por las cosas que había olvidado, y aún más aquellas por las que tanto me quejaba.

Julián Escobar.


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