19 de marzo de 2025
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no ha-bían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo, no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de sus pecados”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado.
El Emperador de Rusia, Nicolás I (1825-1855), visitó Londres el año 1844, y un domingo se empeñó en visitar una famosa fundición. Su ayudante fue enviado al propietario de la fábrica pidiéndola hora para la visita del Emperador. El propietario, contestó al ayudante: “Hoy es domingo y la fábrica está parada, no hay nadie trabajando, así que poco verá si viene”. El ayudante insistió: “Si llama a los trabajadores y pone en funcionamiento la fábrica, a los ojos del Emperador alcanzará usted gran prestigio”. El fabricante le replicó: “Me es mucho más provechoso el favor de Dios que el del Emperador, y Dios me manda santificar el domingo”. Cuando se lo comunicaron al Emperador, alabó la Fe del fabricante.
- ¿Santifica usted las fiestas?
- ¿Participa usted en la Eucaristía cada domingo?
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